Exhausta
y sin aliento consiguió llegar y entró rápidamente en busca de
aquel amigo. Miró a su alrededor una y otra vez pero no conseguía
verlo, ella, con sus ojos llenos de lágrimas se acercó al mostrador
y preguntó por él, allí una amable señorita la dio la mala
noticia, su viejo amigo se encontraba de vacaciones.
Aquella
madre se quedó sentada en un rincón sin saber que hacer, pero el
destino no quería verla sufrir más y un apuesto policía se fijo en
ella. Aquel hombre, y tras preguntar por ella, se acercó a la madre
interesado por su problema, era el compañero del viejo amigo y había
oído hablar de aquella familia muchas veces.
La
madre le contó lo sucedido y su preocupación sobre aquel hombre,
entonces, el apuesto policía salió corriendo adentrándose en uno
de los despachos, y al salir, mostró una foto a la madre, ella, se
quedó blanca como leche, era él.
Aquel
hombre y sus compinches lo habían hecho en multitud de ocasiones,
engañaban a las muchachas haciéndolas creer en un salvador
atractivo, pero ninguna volvía del viaje romántico, eran llevadas a
burdeles de la mala muerte.
La
madre, por orden del policía, llamó a su hija diciéndola lo mucho
que lo sentía y que estaba de acuerdo con aquel hombre, solo la
pedía verles antes del viaje. La muchacha, feliz de la vida, fue a
casa de su madre con su gran amor, pero una vez dentro, todo cambio,
varios agentes de policía arrestaron al hombre al que amaba.
Una
vez pasó todo, aquel apuesto policía se acercó a la muchacha, y
con gran amabilidad, la explicó quien era realmente ese hombre que
la había enamorado.
Poco
a poco y con el paso del tiempo las cicatrices de aquel amor fueron
pasando y madre e hija estaban más unidas que nunca. Con respecto
aquel apuesto policía paso a ser un buen amigo, aunque, por las
miradas de los dos, era posible que acabara siendo algo más con el
tiempo.