martes, 30 de septiembre de 2014

El espíritu condenado 2ª parte

   Al final de la calle se podía ver el sol ocultándose en el horizonte, proporcionando tonos anaranjados que ocultaban cada rincón con sombras tenebrosas y difíciles de mirar sin poner tu piel erizada.
   Poco a poco fue observando aquel lugar hasta que, unos metros más allá, vio el cartel luminoso del hostal. Se quedó quieto, pensativo, sin saber que hacer, pues no le parecía correcto coger su Ferrari rojo para tan solo unos metros, pero aquellas sombras iban ganando terreno según llegaba la noche.
   Se metió las manos en los bolsillos y, con un acto de valor, comenzó a andar por el viejo asfalto sin apartar la mirada del rótulo luminoso del hostal.
   Según avanzaba sus miedos iban disminuyendo, no debía temer a unas sombras en una simple calle, se decía así mismo una y otra vez con la esperanza de controlar aquel temblor que recorría su cuerpo pero, cuando llevaba la mitad del camino recorrido, las farolas comenzaron emitir una luz blanca que hacía más tenebroso aquel lugar, entonces, de forma instintiva, comenzó a correr hasta llegar a la puerta de aquel hostal.
   Una vez dentro se acercó al mostrador y, sin aliento alguno, se dirigió a la muchacha que estaba detrás diciendo:
      -Buenas noches, quería una habitación.
   La muchacha, morena de ojos negros y tez oscura, le miró sonriente y dijo:
      -Buenas noches y tranquilo nos ocurre a todos.
   Él extrañado:
      -¿Cómo?
      -La calle, no sabemos qué tiene, pero resulta complicado cruzarla a estas horas.
   Elías notó cómo se iba sonrojando, un hombre como él no debía mostrar miedo tan fácilmente.
   Ella cogió una de las llaves del panel que había detrás de ella y siguió diciendo:
      -Aquí tiene, está en el primer piso, espero que encuentre todo de su gusto.
      -Seguro que sí- contestó él mientras admiraba la belleza dulce de la muchacha.
   En ese momento una anciana de pelo cano y curvada hacía su pequeño bastón salió de una portezula, casi invisible, y saludando a los dos, con la voz temblorosa a causa de los años, entró en el mostrador en busca de su cómoda silla.
   Elías se despidió de las mujeres y se dirigió a las escaleras dispuesto a dormir a pierna suelta pues había sido un día largo y estaba cansado. Entonces, la voz de la de la anciana llamó su atención con un pequeño chasquido y la palabra “caballero”, él se volvió y vio como aquella anciana salía del mostrador sin dejar de mirarle, a la vez que repetía “sí, le conozco”.
   Cuando la anciana estuvo a la altura de Elías le miró fijamente a los ojos y dijo:
      -Usted ya ha venido por aquí otras veces.
   Elías esbozó una leve sonrisa y respondió:
      -No señora, nunca vine por este pueblo pero, seguramente es por mi abuelo, él vivió aquí una temporada.
   La anciana se quedó en silencio unos segundos y preguntó:
      -¿Quién era?
      -Elías.
   La cara de aquella mujer comenzó a palidecer, estaba claro que le había conocido, ella se dio la vuelta mientras iba respirado con bocanadas fuertes. La muchacha salió rápidamente y cogiendo a la anciana por los hombros la preguntó:
      -¿Se encuentra bien abuela?
      -Oh sí, es que no esperaba volver a saber nada de él, aquel hombre...
   Se quedó en silencio mientras observaba a Elías, tenía sus mismos ojos, la misma mirada. 
   Elías, al ver el silencio de la anciana la preguntó:
      -¿Conoció a mi abuelo?
      -¿Conocerle?- contestó con voz irritada -el maldito Elías, podíamos ser los más felices del pueblo, de ser por lo que hizo, sí, tenía que meterse en medio, no podía dejar que mataran aquella bruja, por su culpa perdimos el bosque, esa maldita bruja.
   Sin decir más la anciana se alejó de él y se adentró de nuevo por aquella portezuela, dejando boquiabiertos a los dos que, sin saber que decir, se miraban pálidos a la espera de que el otro rompiera aquella incómoda situación.
   Elías acabó diciendo:
      -Valla, lo siento mucho, está claro que mi abuelo dejó huella en este pueblo.
   La muchacha sonrió y dijo:
      -No se imagina hasta que punto.
      -En ese caso necesito a alguien que me cuente todo.
      -Yo puedo ayudarle, pero no ahora, por la mañana se va a pasear, durante el desayuno estaremos solos y podré contarle todo.
      -Muchas gracias, en ese caso me voy a dormir, el viaje ha sido largo.
      -Que descanse.
   Elías subió las escaleras y llegó a un largo pasillo con puertas a ambos lados y un número de metal en cada una. Sacó el llavero que le habían dado, en él había escrito un ocho, y comenzó a comparar aquellos números en busca del suyo.

   Una vez encontró su habitación, vieja y mal cuidada aunque limpia, al igual que el resto del hostal, se quitó la ropa, la dejó en el armario que había y se metió en la cama sin poder quitarse a su abuelo de la mente, ¿Qué había hecho aquello anciano? ¿Hasta qué punto se implicó? No conseguía imaginar que había podido suceder en aquel lugar pero, si había algo que le inquietaba, ¿Qué había tenido con aquella mujer? (Continuara)

jueves, 31 de julio de 2014

El espíritu condenado

    Era un muchacho de buena cuna, cansado de ver como los demás manejaban con antojo su vida.
Aquella mañana, mientras tomaba su café matinal, comenzó a ojear el periódico pero, sin haber pasado de la segunda página, encontró una noticia que llamó su atención, en ella decía “Nuevas muertes en el bosque maldito”
   Su mente se desbordó de viejos recuerdos de su difunto abuelo y aquellos relatos que solía contarle de aquel bosque. Él solía decirle que siendo joven vio como en un pequeño pueblo, a orillas del bosque, vivía una bella mujer con creencias algo extrañas y diferentes al resto.
   Aquellas creencias no gustaban al resto de las gentes del lugar, las cuales acabaron por acusarla de brujería. Ella, afligida y asustada por las acusaciones y amenazas acabó escondiéndose en el bosque.
Las gentes del pueblo fueron en su busca pero aquel bosque se cobró la vida de muchos de ellos. Durante muchos días intentaron adentrarse en aquel lugar pero siempre acaban muertos aquellos que se adentraban.
   Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años y con el tiempo aquel bosque se convirtió en maldito, diciendo de él que todo aquel que intentara adentrarse para dañar a la mujer que vivía en él sería castigado.
   El muchacho miraba aquella noticia, hipnotizado por sus palabras, como si una voz susurrante le dijera una y otra vez “ven, ven”
   En ese momento el padre se sentó juntó a él y, como cada mañana, comenzó a hablarle con palabras vanas y pretenciosas, palabras con un solo objetivo, ordenar su día minuto a minuto. Pero el muchacho no podía escucharle, en su cabeza solo estaba aquella voz susurrante.
   No sabía porque, tan solo sabía que tenía ir, quizás era para huir de aquel manejo incesante. Al final se levantó, miró a su padre y con voz firme y segura dijo:
      -Lo siento padre pero hoy mismo me marchó, voy a tomarme unos días y no intentes buscarme pues no estaré disponible.
   Soltó el teléfono móvil encima de la mesa y sin decir más palabras se marchó a su habitación y comenzó a preparar una pequeña mochila mientras escuchaba los gritos incesantes de su padre, gritos vanos, pues para él no eran más que esa leve música de fondo que nunca prestas atención.
   Terminó de preparar la mochila y se dirigió a su Ferrari rojo, comprado pocos días atrás, no sin ser seguido por su padre y sus incesantes voces diciéndole:
      -Como te vas a ir así, tienes una responsabilidad y unas reglas que acatar para llegar a ser un buen hombre de negocios.
   Él, cansado de aquellas palabras, replicó:
      -Padre, el problema es que nunca te has parado a pensar si yo quiero ser ese hombre, quizás no quiera seguir tus pasos.
   El padre, en un ataque de ira y desesperación, dio un ultimátum:
      -Si te marchas da la herencia por perdida, y por supuesto la empresa nunca llegara a tus manos.
   Aquel muchacho de buena cuna miró a su padre con una gran sonrisa en los labios, llevaba tiempo esperando que le dieran dos opciones para tomar.
   Se subió al coche y mirando por la ventanilla contestó:
      -Padre, gracias por permitirme elegir entre tu opresión y la libertad, lo siento mucho pero prefiero buscarme la vida que tener que vivir bajo tus pies- hizo una pequeña pausa -dile a mama que iré llamando para que sepa que estoy bien.
   Dicho esto salió por la puerta con la mirada impresionada de su padre puesta en su espalda.
   El viaje que le esperaba era largo pero, antes de ponerse en marcha, hizo una pequeña parada por el banco. El muchacho había ahorrado bastante dinero, lo suficiente para mantenerse durante un buen tiempo hasta estabilizarse de nuevo, pero sabía que si lo dejaba allí dentro su padre acabaría encontrándole.
   Tardó pocos minutos en sacar el dinero y ponerse en macha, cogió la carretera del este camino hacia aquel pueblo, no estaba seguro por que lo hacía, pero si sabía que lo deseaba, quería entrar en aquel bosque y averiguar que estaba pasando, quizás no sacara nada en claro o seguramente acabaría siendo un muerto más para la gran lista de aquel bosque, pero daba igual, en ese momento todo le daba igual.
   Después de cuatro horas de camino incesante llegó al pueblo que había a orillas del bosque, el lugar donde, según su abuelo, había empezado todo.
   El pueblo era pequeño, algo bueno en esos casos, pues seguramente todos se conocían.
   Entró en la cafetería y, acercándose al camarero, un hombre de mediana edad con una sonrisa permanente en rostro, le saludo y pidiendo una cerveza intentó sacar algo de información:
      -Disculpe amigo, ¿Podría preguntarle algo?
   El camarero le miró y borrando la sonrisa de su cara contestó:
      -Deje que adivine, es un periodista en busca de la gran noticia.
   El muchacho comprendía las palabras de aquel hombre, debía ser desesperante ver como todos los días aparecía alguien en busca del morbo de lo desconocido, por eso pensó que lo mejor sería decir la verdad:
      -No, no soy periodista, solo quería saber...
      -¡Ha ya! Peor aún, un turista con ganas de morir.
   Suspiro profundamente y lo intento de nuevo:
      -Vale, escuche por favor, mi abuelo vivió aquí una temporada y solía contarme una historia sobre una mujer y ese bosque, yo tan solo quería saber que ocurrió.
   El semblante del camarero cambio radicalmente y acercándose al muchacho le preguntó:
      -¿Cómo se llamaba?
      -Elias.
      -¿El viejo Elias?
   El camarero llamó a la mujer y salió de la barra, después ofreció al muchacho sentarse junto a él en una mesa y comenzó a decir:
      -Primero disculpa por mi comportamiento.
      -Tranquilo lo comprendo.
      -Tu abuelo era un gran hombre, y fue uno de los pocos que intentaron, junto a mi padre, que la dejaran en paz, pero casi todo el pueblo se obsesionó, si perdían las cosechas era su culpa, si alguien sufría un accidente era su culpa, incluso si llovía durante la procesión era su culpa, todo era por su culpa, el día que la condenaron quemaron su casa y mataron a sus animales, ella pudo escapar gracias al viejo Elias y otros pocos, pero fue él quien se adentro con ella en el bosque hasta encontrar una antigua cabaña abandonada donde se quedaría ella a vivir, tu abuelo fue llevándola semillas, comida, algunas cabras, pero el aseguraba que las muertes que se sucedían no eran culpa de ella, decía que en aquel bosque había algo más que lo protegía, a él no le pasó nada porque iba sin armas, procuraba no hacer fuego ni dañar a ningún animal.
      -¿Que pasó después?
      -Un día bajó muy nervioso, y dijo que no podía seguir subiendo, después se marchó, con el tiempo la gente dejó de ir al bosque y las muertes pararon pero, hace poco se reanudó la caza en él, creían que todo era una mera leyenda, pero todo comenzó, las muertes volvieron y con ellas aquella vieja historia, mi padre está desesperado, yo era demasiado pequeño y recuerdo todo muy vagamente, pero él, él ayudó aquella mujer.
      -Valla, es impresionante, pero esa mujer ha debido morir ya.
      -Sí por eso dicen que se trata de un espíritu condenado, amigo se lo que quieres hacer y no es buena idea, todo aquel que entra acaba en las afueras muerto.
      -Sí, pero como bien has dicho mi abuelo entró varias veces y salió ileso, él también me enseñó a respetar la naturaleza.
      -Como quieras, pero ten cuidado... Por cierto, ¿Cómo te llamas?
      -Elias.
      -Jajaja, bien es posible que lo consigas.
   Los dos se despidieron y Elias fue en busca del hostal del pueblo, era demasiado tarde para ir al bosque, pero al día siguiente se levantaría con el sol. Sabía que lo pasaría mal pero, había algo allí dentro que le atraía, quizás serían las historias de su abuelo, o tal vez el simple morbo de saber que estaba pasando, pero daba igual, entraría en aquel bosque y quizás, tan solo quizás, conociera al espíritu condenado. (continuará)


domingo, 18 de mayo de 2014

Fragmento de El sueño de Egipto

    El Faraón se encontraba encerrado en su habitación intentando relajarse y poner las ideas en su sitio, cuando al tumbarse en la cama, se fijo que los adornos de su cómoda estaban cambiados, él era un maniático del orden y siempre tenía todo en la misma posición algo que sus hombres sabían y conocían las consecuencias de tocar algo que le perteneciera. Se levantó y desde el centro de la habitación empezó a dar vueltas sobre si mismo fijándose en todo tipo de detalles.
    Después de varios minutos y con todos los cajones y las puertas abiertas salió de allí llamando a los dos hombres que habían permanecido en la casa:
       –¡Mohamed! ¡Abdel!
    Mohamed, el más fuerte de los dos, se presentó ante él y dijo:
       –Sí,señor.
       –¿Quién ha estado en mi habitación?
       –Nadie,señor.
       –Te lo diré de otra forma,alguien ha estado revolviendo en mis cosas.
    Mohamed se quedó unos segundos pensativo y extrañado hasta que recordó algo:
       –Le juro por Ala, señor, que no hemos entrado ahí pero, hay algo que no le di importancia.
       –Cuéntame.
       –Esta mañana deje unos papeles en la mesa del salón y al volver a por ellos los encontré revueltos, pensé que había sido Abdel pero él dijo no saber nada, no le di mayor importancia.
    Jones no entendía nada, mil preguntas aporreaban su mente ¿Quién había entrado? ¿Qué buscaba? ¿Cómo lo había hecho? Entonces la imagen de su agenda le hizo reaccionar, corrió escaleras abajo seguido de sus hombres hasta llegar a su despacho, abrió la puerta, fue al escritorio y abriendo el cajón se desplomo en la silla.
    Mohamed preguntó asustado:
       –¿Qué ocurre señor?
       –Ocurre que todas las preguntas han sido respondidas y las dudas disipadas –hizo una pausa, se levantó y cogiendo a Mohamed por el cuello siguió diciendo– Mientras me volvía loco buscándolos, creía que mí casa estaba bien protegida, pero resulta que no era así, al parecer ellos han podido entrar y llevarse mí agenda porque tenía a dos inútiles a su cuidado.
    Mohamed medio ahogado y sin respiración:
       –Lo siento, señor.
       –Soy yo quien lo siente pues ya sabes qué hago con los hombres que me fallan.
    En ese momento el cuello de Mohamed dio un crujido y el hombre cayó al suelo como un trapo viejo, El Faraón se llevó las manos a la cabeza y dijo al resto de sus hombres.
       –No me gusta hacer estas cosas pero me obligáis a ello, traedme a Abdel.
    Pasados unos minutos dos de sus hombres entraron con Abdel y dándole un empujón lo echaron encima del muerto,él empezó a temblar por el miedo a correr la misma suerte de su amigo.
    El Faraón le dijo:
       –Te haré las mismas preguntas que a Mohamed y por tu bien espero que tus respuestas sean válidas.
    El muchacho, joven y delgado pero bastante alto, se quedó paralizado sin saber que estaba ocurriendo y  El Faraón le preguntó:
       –¿Qué has hecho estos días? Y recuerda que odio las mentiras.
       –Vigilar la casa,señor.
       –¿Has notado algo extraño?
       –No,señor.
       –Si alguien hubiera entrado ¿lo hubieras sabido?
       –Sí,señor.
    Jones cogió la pistola que había encima de la mesa y apuntando a la cabeza de Abdel dijo:
       –Mientes. –No, no señor –dijo el muchacho llorando.
       –Oh, claro que mientes, porque alguien ha entrado y ha robado la agenda delante de vuestras narices, si hubieras estado vigilando lo habrías impedido.
    Los gritos del muchacho pidiendo clemencia retumbaban en toda la casa pero todos sabían el destino de aquel que desobedecía, mentía o fallaba a El Faraón, incluso el mismo muchacho conocía su sentencia, por eso ahogó sus gritos y cerró los ojos en espera de la muerte.
...
...
    Se disponían a seguir cuando el hombre se interpuso en su camino:
       –No puedo dejarles pasar sin autorización.
Hassan sacó su pistola y apuntó al hombre mientras decía:
       –Te parece esta una buena autorización.
       –Sí,sí claro –contestó el hombre según se apartaba.
Una tras otra fueron atravesando las motonaves apuntando con su arma a todo aquel que intentaba pararlo hasta llegar a la última, el Florency, donde se dirigió detrás del mostrador de recepción y volvió a apuntar de nuevo al muchacho que se encontraba allí mientras decía:
       –Si aprecias tu vida responderás a mis preguntas.
El muchacho tembloroso contestó:
       –Sí señor sí.
       –¿Vinieron ayer cuatro personas nuevas?
       –Sí,bueno,eran amigos de uno de los guías, se les dejó una habitación sin registrarse para que se ducharan un poco antes de salir a Abu-Simbel.
       –¿Había un egipcio entre ellos?
       –Sí, así es.
       –Y las chicas ¿Escuchaste el nombre de alguna?
       –Raquel, a una la llamaron Raquel.
       –Muchas gracias amigo, veo que aprecias tu vida.
    Nosotros llevábamos varios minutos parados a las afueras de las cuidad en espera de la caravana, algo que conseguía impacientarnos pues nuestras mentes, o por lo menos la mía, estaban más tranquilas si nos alejábamos de allí. Por suerte no tardó mucho en llegar e incorporarnos a ella.
    Hassan y sus hombres dejaron atrás al muchacho, sudoroso por el miedo, y fueron en busca de El Faraón. Cuando estaban llegando al jeep Jones apareció en el suyo conducido por él mismo, señal de estar desesperado, paró al lado de Hassan y le dijo bajándose:
       –Dime que tienes algo o arrasaré la ciudad hasta encontrarlos.
    Hassan dijo:
       –Ahora iba a buscarle para darle las nuevas noticias señor.
       –¿Los habéis encontrado?
       –Más o menos.
       –Explícate.
       –Estaban escondidos en las motonaves como turistas, pero ya han salido de la ciudad.
       –¿¿Qué??
       –Espere señor, sabemos dónde van...
...
...
    Mientras El Faraón venía de camino con todos sus hombres repartidos en cuatro jeep además del suyo, nosotros ya estábamos dentro del complejo de Abu-Simbel e íbamos rodeando, lo que parecían dos montañas, a marchas forzadas y prácticamente corriendo detrás de Ali y de los guías de otros grupos, todos con la misma obsesión, ver el amanecer en el lago Nasser. Llegamos a la valla que daba al lago y sin percatarnos ninguno que teníamos detrás nos quedamos embobados con aquel hermoso amanecer reflejado en el agua, a través de susurros le dije a Ali:
       –Vaya, tenías razón es hermoso.
       –Ah pero no era esto a lo que me refería –Contestó Ali.
       –Ah no –dije.
    Luis se dio la vuelta y quedándose paralizado dijo:
       –Oh, es increíble.
    Ali con una sonrisa dijo:
       –A eso me refería.

       –Al mirar a Luis vi en su cara una expresión de sorpresa y admiración a la vez que le mantenía, al igual que todo aquel que se volvía, con la boca abierta y los ojos a punto de salirse de sus órbitas. Cuando ves a alguien con esa expresión tu reacción es ver qué está mirando y así lo hice. Mi corazón se paralizó unas décimas de segundo y un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, con la piel de gallina y los ojos encharcados de lagrimas contemplaba aquello sabiendo que nunca olvidaría aquella sensación, al ver por primera vez el gran templo de Ramses II iluminado por el sol naciente que lo hacía más espectacular aún. No estábamos seguros si había sido por verlo repentinamente o por su hermosura, pero todos quedamos maravillados. 

viernes, 21 de febrero de 2014

La muchacha (final)

    La madre, desesperada por la actitud de su hija, se fue rápidamente a la comisaría de policía, allí había un viejo amigo de la familia que podría ayudarla. Corría calle abajo con el corazón a punto de salir de su coraza, estaba mayor para esas carreras pero, se trataba de su hija, moriría por ella si fuera necesario.
    Exhausta y sin aliento consiguió llegar y entró rápidamente en busca de aquel amigo. Miró a su alrededor una y otra vez pero no conseguía verlo, ella, con sus ojos llenos de lágrimas se acercó al mostrador y preguntó por él, allí una amable señorita la dio la mala noticia, su viejo amigo se encontraba de vacaciones.
    Aquella madre se quedó sentada en un rincón sin saber que hacer, pero el destino no quería verla sufrir más y un apuesto policía se fijo en ella. Aquel hombre, y tras preguntar por ella, se acercó a la madre interesado por su problema, era el compañero del viejo amigo y había oído hablar de aquella familia muchas veces.
    La madre le contó lo sucedido y su preocupación sobre aquel hombre, entonces, el apuesto policía salió corriendo adentrándose en uno de los despachos, y al salir, mostró una foto a la madre, ella, se quedó blanca como leche, era él.
    Aquel hombre y sus compinches lo habían hecho en multitud de ocasiones, engañaban a las muchachas haciéndolas creer en un salvador atractivo, pero ninguna volvía del viaje romántico, eran llevadas a burdeles de la mala muerte.
    La madre, por orden del policía, llamó a su hija diciéndola lo mucho que lo sentía y que estaba de acuerdo con aquel hombre, solo la pedía verles antes del viaje. La muchacha, feliz de la vida, fue a casa de su madre con su gran amor, pero una vez dentro, todo cambio, varios agentes de policía arrestaron al hombre al que amaba.
    Una vez pasó todo, aquel apuesto policía se acercó a la muchacha, y con gran amabilidad, la explicó quien era realmente ese hombre que la había enamorado.
    Poco a poco y con el paso del tiempo las cicatrices de aquel amor fueron pasando y madre e hija estaban más unidas que nunca. Con respecto aquel apuesto policía paso a ser un buen amigo, aunque, por las miradas de los dos, era posible que acabara siendo algo más con el tiempo.

domingo, 20 de octubre de 2013

La muchacha 3ªparte

   Los dos se miraron con los ojos centelleantes, seguros de haber encontrado al amor de su vida, o por lo menos eso la parecía a ella.
   La madre, al saber quien era aquel apuesto joven, le hizo pasar colmándole de atenciones, pues había salvado a su hija. Aquella madre, enamorada de la niña de sus ojos, era feliz, aquel muchacho guapo, educado y todo un caballero, trataba a su hija con gran delicadeza y amor, además hacía tanto tiempo que no veía aquel brillo en sus ojos.
   Casi sin darse cuenta los días fueron pasando y la muchacha estaba más enamorada que nunca, la felicidad llenaba su corazón gracias a él. Pero aquella madre, temerosa de su hija, comenzó hacerse aquellas preguntas que amor de la muchacha no la permitían hacer ¿Cómo la había encontrado? ¿Dónde trabajaba? ¿De dónde sacaba el dinero para aquellos regalos tan caros? Ellas no sabían nada de él, a pesar de las veces que le habían preguntado pero tan solo encontraban meras evasivas para no responder.
   Un día la muchacha entró por la puerta, más feliz que nunca, él la iba a llevar a un viaje de ensueño por la romántica Venecia.
   Aquella muchacha, rebosante de felicidad por cada poro de su cuerpo, no lo veía, no se daba cuenta de las incoherencias de sus palabras, de sus actos. En cambio la madre si podía verlo e intentaba una y otra vez auto convencerse que todo iba bien pero, algo dentro de ella, la llevaba la contraria.
   Una tarde estaban las dos sentadas en el viejo sofá, cuando la madre intentó abrir los ojos de su amada hija:
      -Querida hija, se que lo amas, pero silencia tu corazón por unos momentos y escucha a tu mente, él no tiene familia ni trabajo pero si dinero para pagar esos regalos, no dice como te encontró, quien es, de donde viene o como llegó hasta aquí, por favor hija, escucha a la razón.
   La muchacha no comprendía a su madre, no entendía porque decía aquellas cosas, miró a su madre y lágrimas de ira y contestó:
      -Madre, él solo es reservado, y quizás eres tú quien debería escuchar.
   La muchacha salió de la casa y corrió en brazos de él, estaba desesperada y convencida de que ella se equivocaba.
   En ese momento un hombre que te ama sofoca tus lágrimas y te amina a solucionar los problemas con la mujer que dio la vida, pero aquel hombre no, la dio una copa y a alentó las lágrimas con palabras en contra de la madre, después de ver sus ojos casi enfermos de la pena, tuvo una gran idea salir hacia aquel viaje de ensueño a primera hora de la mañana.

   Aquella muchacha con ojos cubiertos por la venda del amor, no supo escuchar a la mujer que daría su vida por ella, sin darse cuenta se lanzó a los brazos de la desesperación aceptando aquel viaje, un viaje de ensueño que se convertiría en la peor de sus pesadillas, a no ser, que aquella madre, fuerte y segura de salvar a su hija a cualquier precio, llegara a tiempo para quitar la venda.(continuará)

sábado, 22 de junio de 2013

la muchacha (2ª parte)

   La muchacha estaba en su cuarto embelesada en sus pensamientos, recordando aún aquel hombre, no sabía si volvería a verlo alguna vez pero, sin poderlo remediar, lo deseaba.
   La madre la llamó incesantemente, la comida estaba lista, pero ella no quería comer, solo quería verle de nuevo pero ¿Cómo? No sabía nada de él, ¿dónde trabajaba? ¿Quien era? Su única esperanza era que apareciera por la puerta como un príncipe azul en busca de su amada.
    La noche anterior él la había acercado hasta su casa, no quiso dejarla allí, no después de lo que había pasado.
   La madre subió las escaleras y entró en la habitación en un intento de alentar a su hija, aquella madre afligida pensaba que su pobre hija aún pensaba en el atroz ataque, pero no era así, y la muchacha no sabía como decir a su madre que tan solo se había enamorado.
   La muchacha bajo al comedor con su madre, tenía que comer algo para tranquilizarla, debía disimular ante ella.
   Entonces, dando el primer bocado, el timbre sonó, la muchacha pensó que sería la vecina en busca de información.
   La madre se levantó y al abrir la puerta una voz dulce pero fuerte sonó, era él, había ido en su busca, quería saber como se encontraba, ella se levantó rápidamente y sus miradas se cruzaron soltando chispas visibles en varios kilómetros.
   Ella era feliz, le tenía allí delante de ella y haría todo lo posible por no perderle de nuevo.
   Aunque ella no pensó en las casualidades, esas pequeñas cosas diminutas en las que nunca pensamos, ¿Y si no había pasado por casualidad? ¿Y si todo estaba preparado? ¿Y si aquel hombre no era el héroe que ella creía?

(continuará)

sábado, 23 de marzo de 2013

La muchacha


La muchacha estaba afligida, no sabía cómo salir de aquel lugar inmundo, siguió vagando por aquellas calles oscuras y solitarias con la esperanza de encontrar un lugar concurrido. Unos metros más adelante dos hombres de aspecto sucio, con el pelo revuelto y las ropas rasgadas, se acercaron a ella dando voces e increpándola.
Ella intento escapar por todos los medios corriendo calle abajo, pero sus fuerzas la fallaron y aquellos dos hombres se echaron sobre ella. La muchacha comenzó a dar patadas pero sin suerte alguna, entonces, cuando creía todo perdido, otro hombre apareció detrás de aquellos animales quitándoselos de encima. El los golpeo haciendo que corrieran alejándose rápidamente.
Ella miró a su salvador y un cosquilleo corrió por todo su cuerpo, el era alto, atractivo y de cuerpo musculoso y bien definido, aquel hombre se acercó a ella con sensualidad y acariciando su pelo la preguntó:
   -¿Te encuentras bien?
Ella, sin poder dejar de mirarle, contestó:
   -Sí, muchas gracias.
Aquellas fueron las últimas palabras que hubo entre los dos, pero tampoco hacían falta, la química entre los era palpable. Casi sin darse cuenta se fundieron en beso, el cual era el principio de una gran relación. (continuará)